Un diálogo entre modernidad e historia
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Premio Tàstum a la mejor innovación agroalimentaria, 2008.
Por nuestro modelo integral de producción.
Mantenemos una eterna conversación con el pasado y el presente para extraer lo mejor de los dos. Las maneras de entender y trabajar la tierra de nuestros antepasados son el punto de partida des del cual avanzamos hacia la innovación.
Aprovechamos mucha de la tecnología a nuestro alcance hoy en día, pero partiendo de una lectura crítica, que nos permite integrarla de forma coherente con nuestra visión de la olivicultura y la agricultura ecológica.
El Molí dels Torms: un modelo productivo diseñado a medida
Con la construcción de la almazara ponemos en práctica un proceso de elaboración y conservación que refleja nuestro criterio en cada detalle. La ingeniería necesaria ha sido adaptada o diseñada específicamente para dar respuesta a nuestros estándares de calidad y a políticas de residuo 0 y economía circular.
La búsqueda de la calidad
Los sistemas de decantación, los depósitos de INOX y el control de temperatura nos sirven para conservar las propiedades de la oliva y conseguir así un aceite de máxima calidad.
Con conciencia ecológica
Nuestra máquina despalilladora, inspirada del mundo del vino, limpia las aceitunas sin necesitar agua. Igualmente, las máquinas escogidas para elaborar la pasta nos permiten reaprovechar el material descartado del aceite para elaborar jabones y abonos naturales.
El equilibrio en nuestras fincas
Los olivos son un buen reflejo del vínculo entre el pasado y el futuro. En muchas de las parcelas conviven árboles jóvenes y otros centenarios, de dos y tres siglos de historia, que nos permiten hacer coupages que combinan el espíritu de diferentes épocas.
Es precisamente la recuperación del pasado donde nuestras fincas resultan más innovadoras: en vez de dedicarnos exclusivamente a variedades más estándares como la arbequina, apostamos para mantener y expandir las variedades ancestrales, como la verdal o el arbreblanc.
Preservar tradiciones necesarias
La agricultura industrial ha transformado muchos de los procesos del cultivo y las actitudes hacia el territorio, a menudo olvidando la importancia de la preservación. Para nosotros, la defensa del paisaje y su historia es una disrupción necesaria de estas inercias comerciales, una forma de admitir que somos parte de un ecosistema más grande y de buscar un equilibrio.
Esto nos lleva, entre otras iniciativas, a recuperar la arquitectura rural de la zona, como los márgenes, casetas y enjubs que durante siglos han tenido un papel clave en la conservación del agua, tan escasa en estas tierras.