Los Piñol
Trabajando esta tierra árida desde 1854
Hemos aprendido a amar y trabajar nuestros cultivos durante ocho generaciones. Nuestra tierra arcillosa y poco profunda, expuesta a un clima extremo con grandes oscilaciones térmicas, un fuerte contraste entre estaciones y baja pluviosidad. Pero, de estas condiciones brota una aceituna única, de sabor y aroma concentrado, que nos mantiene como una familia orgullosamente campesina.
De la bisabuela Antònia al Molí dels Torms
Los documentos más antiguos que tenemos dejan testimonio que, desde hace más de un siglo y medio, somos una familia de campesinos. Durante cuatro generaciones fuimos jornaleros. Después en la época de la bisabuela Antònia nos convertimos en agricultores con fincas propias.
Cuando ella, que era heredera (la pubilla), se casó con un cabaler de buena familia, se unieron gran parte de las tierras donde trabajamos hoy en día. En cierta forma, la Antònia es la semilla que germinó, en el 2004, con la construcción del Molí dels Torms.
La geografía que nos define
El vínculo con la comarca va más allá del sentimiento de pertenencia: nuestro aceite es el reflejo del clima y la orografía local. La poca profundidad del suelo afecta al desarrollo de las raíces, que crecen de forma más expansiva y cerca de la superficie, modificando el sabor de la aceituna en contacto con la vegetación activa de la zona, que nosotros respetamos.
Nuestros olivos adquieren un carácter único gracias a los retos que afrontan. El estrés hídrico o de temperatura, por ejemplo, endurece al árbol y potencia sabores astringentes, dulces y picantes.
Nuestras fincas
Inicialmente, el Molí dels Torms tenía 50 hectáreas productivas, todas en Els Torms. Con los años, hemos incorporado pequeñas fincas limítrofes, dedicadas en buena parte al cultivo de variedades ancestrales.
Hoy, un 80% de las tierras se dedica a la aceituna arbequina y un 20% a la recuperación de variedades antiguas. Manteniendo la tradición familiar, algunas parcelas tienen cultivos mixtos, sobre todo de almendra y pistacho, que no comercializamos.
Un patrimonio para generaciones futuras
Hace más de 30 años que trabajamos exclusivamente con agricultura ecológica. Utilizamos fungicidas y tratamientos naturales, ahorramos grandes cantidades de agua y seguimos una política de residuo 0. Para nosotros es una cuestión de respeto: hacia la naturaleza de la cual formamos parte, como hacia la gente que lo tiene que disfrutar y lo necesita para vivir.
Nuestra convivencia con el territorio nos compromete a evitar la erosión del suelo, a limpiar terreno, a recuperar la arquitectura rural de la zona (como los márgenes, terrazas y casetas) y a rescatar variedades autóctonas, que se dejaron de cultivar en favor de la arbequina. Nosotros no sólo las hemos mantenido, sino que hemos plantado más, tanto para favorecer la biodiversidad, como porque ofrecen una aceituna más compleja y rica en matices.
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